La orientación espacial y la orientación temporal son dos parámetros psicomotores; coordenadas, en las que vamos encajando todo lo que aprendemos, ya que es necesario colocar la información en un espacio y un tiempo, en efecto, lo que queda ordenado de esta manera queda sujeto y es aprendido.
Se trata de escalones que nos permiten ir llegando a aprendizajes cada vez más abstractos, especialmente se observa en la lectoescritura y las matemáticas. Hemos de empezar por cosas tan concretas como la atención a nuestro cuerpo para tenerla luego en matemáticas y en lengua. Hemos de construir el espacio y el tiempo partiendo de nosotros mismos, para captar el espacio y el tiempo del mundo que nos rodea. A medida que los niños crecen, los parámetros espacio y tiempo van siendo cada vez más complejos, así los aprendizajes que podemos encajar pueden ir siendo cada vez más abstractos.
Para vislumbrar las causas de las dificultades de los aprendizajes, es necesario "bajar escalones" para ver qué es lo que falla, y de la misma forma, partir de la causa, rehabilitar la capacidad, normalizarla y volver a subir.
Por supuesto, existen otras muchas variables en el proceso de aprendizaje, pero normalmente los problemas derivan en el deterioro de estos dos parámetros, o el origen de la dificultad parte de una "mala" orientación espacio-temporal. Así pues, son capacidades como la atención, el ritmo, la planificación, la capacidad de síntesis, la memoria etc. las que quedan afectadas por una orientación espacio-temporal determinada.
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